Publicado: 17/10/2023 11:12h. Lecturas: 6253
En una región difícil de Córdoba, los Orlandoni obtienen 609 kilos de carne por hectárea, equivalente a una soja de 35 quintales; la estrategia que aplican y los planes para los próximos años.
La familia Orlandoni comenzó su vinculación con la actividad agropecuaria en 2001 alquilando 45 hectáreas agrícolas en Los Zorros, en el departamento de Tercero Arriba, en el centro este de la provincia de Córdoba. En esa zona los suelos tienden a ser muy heterogéneos, las lluvias se registran principalmente en primavera y verano, y las temperaturas son rigurosas
Al año siguiente trabajaron 90 hectáreas y luego siguieron creciendo en la producción de granos hasta que en 2009 orillaron las 400 hectáreas arrendando otros campos. Su intención permanente fue desarrollar la agricultura y así trabajaron hasta 2017, cuando llegaron a cultivar 711 hectáreas, siempre de terceros. Pero ese año marcó un clic: armaron una sociedad para explotar un engorde a corral de 180 cabezas con los granos producidos. Y ese puntapié ganadero inicial continuó con distintas etapas hasta desembocar en un ciclo completo al año siguiente, en el que trabajaron 956 hectáreas.
El proceso de diversificación de actividades continuó y en el ejercicio 2023/24 arrendaron 829 hectáreas totales en distintas fracciones ubicadas en Calchín Oeste, Colazo y Las Junturas, en el departamento de Río Segundo, cerca de Villa María. Del total, destinaron 200 (25%) a la ganadería de altísima productividad, con 609 kilos por hectárea de producción de carne; en las 629 restantes llevaron adelante cultivos de soja (300 hectáreas); maíz (230) y maní (84). El planteo fue presentado en una reciente jornada a campo organizada por Select Debernardi, con el apoyo de Produsem y Zoetis.
En las 200 hectáreas dedicadas a ganadería se desarrolla la actividad cría con 400 vacas madres, recría y engorde de machos enteros jóvenes, que se venden gordos con 360 kilos a los 11-12 meses. Las hembras se orientan principalmente a la reposición y crecimiento del rodeo; el resto se carga gordo con 330 kilos y la misma edad.
La incorporación de la ganadería en campos dedicados principalmente a la agricultura tiene su explicación en la heterogeneidad de las tierras de la región: muchas áreas de los campos alquilados por los Orlandoni tienen suelos clase IV y VI, en los cuales no es económicamente viable la agricultura. También buscaron la diversificación de actividades para disminuir riesgos, porque toda la actividad agropecuaria de la empresa se desarrolla sobre campos alquilados. Además, con un planteo mixto se puede agregar valor económico a los granos producidos, que de otro modo son castigados por altos costos de flete, y se puede enfrentar mejor el cambiante panorama macroeconómico y político argentino.
Por la intensificación que le imprimen al planteo ganadero de la empresa, la actividad compite en resultado económico con la agricultura de la zona, con la cual no se pueden alcanzar los rendimientos del sur provincial. Todo el emprendimiento es comandado por Rubén Orlandoni, actual director, su hijo Nicolás, ingeniero agrónomo que se desempeña como gerente de la empresa, Aldana, su esposa, encargada de las gestiones administrativas y un equipo de trabajo integrado por encargado, veterinarios, técnicos en la nutrición, asesores en genética y responsables de manejo.
Ganadería ultra intensiva
El planteo ganadero de la familia Orlandoni parte de una alta producción de forraje, aprovechado al milímetro. Con animales que se están mejorando permanentemente con herramientas genéticas, alcanza niveles de producción de 609 kilos de carne por hectárea, en una zona donde no se ve ningún vacuno mientras se transitan las rutas.
De las 200 hectáreas ganaderas, 100 están implantadas con alfalfa, que es la especie base del pastoreo, que muestra alta productividad de los campos alquilados por Nicolás y es pastoreada por todas las categorías. También hay 31 hectáreas de maíz para ensilar con picado fino; 40 hectáreas de maíz para grano; 10 hectáreas de pasturas de festuca, agropiro y alfalfa; 10 hectáreas de pasturas de agropiro y festuca para los peores sectores y 10 hectáreas de grama rhodes.
“Las vacas aprovechan todo el ciclo de crecimiento de la alfalfa con pastoreo rotativo intensivo, desde el 15 de septiembre hasta el 15 de junio, gracias al empleo de variedades de grupos 6 a 9, sembradas a razón de 12kg/ha”, contó Nicolás. Es decir, gran parte del calendario vacuno es ocupado por la reina de las forrajeras, que produce muy bien en esa zona.
El pastoreo rotativo es ultra intensivo: las parcelas fijas son muy chicas –tres a cuatro hectáreas- y a su vez se administran con boyero de un hilo y varillas de plástico en fracciones menores. Estas microparcelas son consumidas en 20 minutos en promedio, con una carga instantánea de 1500 vacas por hectárea. Entonces, “cada tropa de vacas hace cuatro o cinco comidas diarias, aun en la época que están con ternero al pie. Solo salen de las parcelas los días de lluvia fuerte y van a ensenadas con suministro de rollos de calidad y silaje de maíz con alto contenido de grano”, diferenció Nicolás. Cuando la alfalfa entra en reposo – de junio la septiembre- los vientres pasan a rastrojos de cosecha, que también se aprovechan con pastoreo rotativo, rollos y silo de maíz picado fino.
Las vacas paren sobre la alfalfa. A los 45 días de vida, los terneros tienen acceso a creep feeding. Mediante una barrera que no pueden atravesar las vacas pero que permite el paso de los terneros, se acercan a comederos con ración suplementaria conformada por maíz entero (70%) y concentrados. Esta alimentación adicional permite destetar un ternero más pesado y que llega a su recría acostumbrado a comer ración y prácticamente no sufre el estrés del cambio de dieta.
Con el pastoreo rotativo intensivo, pero por periodos limitados de tiempo, las vacas cubren sus requerimientos de mantenimiento y producción, pero nunca están pasadas de grasa. El estado promedio anual les permitió alcanzar el 95% de preñez en el último ejercicio. El destete de los terneros se realiza a los cinco meses con 180 kilos, después de haber ganado aproximadamente un kilo por día. Luego de la separación, los machos pasan a un corral hasta que alcanzan 270-280 kilos. Durante la recría tienen una ganancia diaria controlada del orden de 700 gramos por día, con dieta con alto contenido de fibra.
Finalmente entran a la etapa de terminación como macho entero joven con una ración que contiene el 90% de grano de maíz entero suministrado en comederos de cemento, donde ganan alrededor de 1,5 kilos por día. Los animales se cargan con 360 kilos a los 11-12 meses de edad. El macho entero joven tiene mayor ritmo de crecimiento que el novillo y puede alcanzar un rendimiento de carne en gancho superior (hasta 60%), aunque ese valor depende de la dieta: animales alimentados con mayor contenido de fibra tienen más tracto digestivo y por lo tanto menor rinde.
“Las vaquillonas de reposición se recrían a campo en parcelas de alfalfa y avena más una suplementación con la dieta de recría. Las hembras “cabeza” van al rodeo y el resto se vende gordo con 330 kilos y 11-12 meses”, explicó Orlandoni.
Las vaquillonas se inseminan con 12-13 meses de edad y 320 kilos, luego de pasar un examen de aptitud funcional con un tacto preservicio. “Reciben inseminación artificial a tiempo fijo, que comienza el 15 de septiembre y se repite dos veces más, de ser necesario, con la expectativa de alcanzar el 85/90% de preñez sin necesidad de emplear toros”, expresó Alfonso Cebral, asesor genético de la empresa.
La inseminación de vaquillonas comenzó en 2020 con los toros Harry y Ladrón y continuó en los años siguientes con Lucuma, Jocker y otros. “En 2022 se empezó a inseminar vacas, al ver los muy buenos resultados en las hembras jóvenes en conformación, fertilidad, precocidad y uniformidad. Para 2023, la empresa prevé inseminar el 100% del rodeo y llegar al 75% de terneros cabeza”, proyectó Cebral.
Con la sincronización de celos que se realiza para la inseminación artificial aparecen 7-8% de mellizos. Los terneros nacidos son más livianos que los de parto único, pero luego se recuperan durante la recría si reciben muy buena alimentación. La sanidad del rodeo está garantizada por un plan anual obligatorio, que incluye las vacunas preventivas para enfermedades respiratorias, digestivas y reproductivas, con control de piojos.
Resultado económico
En las 200 hectáreas ganaderas, en el último ejercicio se ganaron 121.899 kilos de carne en la empresa de Orlandoni, que equivalen a 609 kg/ha. En el cálculo se incluye el grano y el silo de maíz producido dentro de esa superficie asignada a la ganadería.
Cuando se le pone expresión económica a la producción de carne en pesos, y se divide por el precio de la soja, si llega a un equivalente de 704 toneladas de la oleaginosa. Este volumen, dividido por 200 hectáreas, da un resultado de 35qq/ha, que resulta muy competitivo con la agricultura de la zona, que muestra relativa inestabilidad en los rendimientos en función de la lluvias, escasas en los últimos años. “En 2022, un año complicado por el clima, las pasturas y las vacas siguieron produciendo y devolvieron el esfuerzo de mantener un planteo ganadero, en comparación a lo que ocurrió con la agricultura que generó rindes muy alejados de los promedios históricos”, comparó Nicolás.
“La ganadería pastoril intensiva, además de tener sustentabilidad, rentabilidad y bajo costo de producción, muestra la ventaja ambiental de reducir el uso de herbicidas, ya que con el pastoreo rotativo con altísima carga las vacas consumen todo el material vegetal existente en una parcela”, destacó.
No obstante, Orlandoni también advirtió que estos planteos se pueden llevar a cabo solamente con un equipo de trabajo sumamente involucrado, alineado a los objetivos de la empresa, y con un plan de trabajo claramente explicitado, con la correspondiente gestión de datos que permitan tomar decisiones sobre la marcha e implementar los cambios que sean necesarios según el contexto.
Hacia adelante, los Orlandoni no se detienen en lo conseguido. Se han fijado producir 1000 kilos de carne por hectárea en los próximos años y duplicar las hectáreas dedicadas a la ganadería alquilando otro campo. También tienen el objetivo de pasar de 400 a 800 madres, con una identidad genética superadora, combinada con trazabilidad electrónica, que permita ofrecer vaquillonas preñadas para venta y hacienda gorda para consumo con garantía de calidad.